Dejé Argentina cuando tenía veinte años de edad. Londres, donde estudiaba Economía, aún se estaba recuperando de la guerra y las librerías de usados eran muy comunes. Por razones que no podría explicar, ese tipo de comercio siempre me ha resultado irresistible- especialmente los que casi no se diferenciaban de una feria de caridad. Los libros nunca estaban clasificados ni tenían puesto el precio. Por lo general se apilaban en altas parvas polvorientas propensas a caerse si, con descuidada curiosidad, se exploraban aquellos que se hallaban en la base.
Los precios los establecía el dueño, que normalmente no tenía interés en los libros en sí mismos, pero que los tasaba conforme a los presuntos medios económicos del comprador y al interés que éste manifestaba por el libro. Siendo yo un estudiante que se cuidaba de no mostrar ningún interés, pude hacerme de muchas gangas.

Con el correr de los años tuve la posibilidad de adquirir muchos otros fascinantes libros caídos en el olvido, en los que autores británicos escribían sobre los comienzos de la Argentina. Algunos de los que compré fueron: el libro de Musters sobre el año que pasó viajando con los indios patagónicos, el espléndido relato de Lucas Bridges sobre cómo su familia pobló Ushuaia (autografiado), los relatos de los hermanos Robertson acerca de su vida y la gente que conocieron el periodo inmediato posterior a la independencia, y el relato de Miller sobre sus sorprendentes hazañas en las guerras de la independencia que lo llevaron a él, un General a los veintiocho años, a estar al frente de “la mejor caballería del mundo” en una última y salvaje arremetida en la Batalla de Ayacucho, que puso fin al control de España en el continente.
Muchos de los relatos sobre personajes públicos que hicieron estos autores -que los conocieron a todos ellos personalmente- y también sus descripciones de la vida social de la época, arrojan una fascinante luz sobre un pasado del cual muy pocos podrían haber estado al tanto. Las observaciones y los contactos políticos de los Robertson son tan impresionantes como ellos perspicaces, y retratan con encanto tanto su placer en las tertulias como la belleza y vivacidad de las damas que frecuentan.
Como economista que ha empleado su vida buscando colaborar con el proceso de desarrollo social y económico de los países emergentes, encuentro que las extraordinarias historias humanas que surgen de estos libros tienen la utilidad de enfatizar la importancia de la cultura y la iniciativa individual en la formación del futuro de las sociedades, y de resaltar que el progreso económico no fue sólo cuestión de esfuerzo económico.
A consecuencia de mi edad el pasado ha cobrado para mí mayor interés que el futuro, y por eso se me ocurrió que podría compartir con un público más amplio el contenido de estos libros que es tan difícil obtener –e incluso a veces imposible. Es lo que intento hacer con esta publicación.

Fernández Gómez asegura que él es el primer historiador en escribir acerca del alcance del impacto de los británicos en Argentina. No estoy en condiciones de poder juzgar su aserción, pero en lo que respecta la amplitud de su cobertura sin duda tiene razón. Es escandalosamente anglófilo, una postura bastante impopular, aunque un cambio bienvenido para un historiador.
Sin embargo, lo que me sorprendió sobremanera fue su asombro ante la enorme contribución que Gran Bretaña había hecho para que Argentina se estableciera como uno de los mayores países cuya economía se basaba en el comercio exterior en los comienzos del siglo XX. De alguna manera yo suponía que esto era obvio. Fernández Gómez se ha aprestado a intentar remediar esta situación con un entusiasmo tremendo y una investigación impresionante. Que descanse en paz.
Entonces, mi libro pretende ser un modesto aporte para recordarnos la gran cantidad de gente de Gran Bretaña que contribuyó al desarrollo de Argentina. Me gustaría señalar que en ocasiones he extendido el uso del término “pionero” en este libro. En particular, con prerrogativa de autor, he incluido a un personaje extraordinario, John Miller, cuyos logros fueron tantos que no me pude resistir a relatar sus hazañas con San Martín, aunque todas, en realidad, tuvieron lugar en países limítrofes.
Para los interesados en leer más sobre el impacto que muchos británicos hicieron en la vida temprana de la República me gustaría sugerir algunos libros que bien vale la pena leer. Si bien algunos no están disponibles en el mercado deberían poder encontrarse en bibliotecas.







Cualquier interesado en seguir conociendo vida de John Miller (“el hombre más asombroso de toda la lucha por la independencia” según un historiador estadounidense) debería leer el relato que realiza Thomas Hudson de este personaje en The Honourable Warrior (El honorable guerrero), 2001.
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Existen probablemente aún muchas historias de vida de pioneros en Argentina que languidecen en desvanes o en olvidadas estanterías y me gustaría creer que cualquiera que lea estos relatos y que posea otros de este tipo se va a asegurar de que lleguen al público.
Lamentablemente la mayoría de los libros que he usado como referencia son sumamente raros y costosos, y por lo tanto, difíciles de obtener. Me gustaría creer que en algún lugar de Buenos Aires alguien podría establecer un archivo para los registros de las vidas de nuestros ancestros, que contribuyeron tanto al desarrollo de la Argentina moderna.